El reloj que me ayudó a ignorar una llamada
Domingo, 6:42 p. m. Sonaba notificación tras notificación. Grupo de trabajo, cliente urgido, llamadas perdidas de “solo una duda rápida”. Y ahí estaba yo, intentando ver el último episodio de “Shōgun”, con botana en mano y cara de “por favor, déjenme en paz”.
No sé si fue la luna llena, el cansancio o que había tenido una semana pesadísima, pero por primera vez en meses, miré el reloj… y no hice nada.
No contesté. No me levanté. No me disculpé.
El T800 Ultra Negro estaba vibrando suavemente en mi muñeca, avisándome de cada cosa. Pero yo ya había decidido algo más importante: ese rato era para mí.
No se trata del reloj. Se trata de lo que te recuerda.
El T800 Ultra Negro lo pedí hace un par de semanas. Me gusta porque se ve bien, tiene pantalla grande, y combina con todo. Pero ese día no me impresionó por su diseño, sino por algo que no esperaba: me ayudó a marcar límites.
Me vibró la muñeca. Leí: “Llamada entrante – Oficina”. Y elegí ignorarla. El reloj no se ofendió. Nadie murió. El mundo siguió girando. Y yo terminé mi serie.
Un gadget puede tener más poder del que crees
